Texto
He observado atentamente
el rostro blanco de Elena. Su palidez ya no
es tan macilenta como en el momento de la
muerte. Sencillamente ha perdido todos los colores. Quizás la muerte sea transparente. Y heladora.
Durante las primeras horas he
sentido la necesidad de mantener su mano entre las mías, pero poco a
poco me he encontrado unos dedos sin
caricias y he sentido miedo de que fuera ése el recuerdo que quedara grabado en mi piel insatisfecha. Llevo varias horas sin tocarla y ya no soy
capaz de reposar junto a su cuerpo. El niño sí. Ahora yace exhausto acurrucado junto a su madre. Por un momento he
pensado que pretendía devolver el calor al cuerpo inerte que le sirvió
de refugio mientras duró el zumbido de la guerra.
Sí. Hemos perdido una guerra y
dejarnos atrapar por los
fascistas sería lo mismo que regalarles otra vez otra victoria. Elena ha querido seguirme y ahora
sabemos que nuestra decisión ha sido errónea. Quiero
pensar que jamás se cometió un error tan generoso.
Debimos hacer caso a sus padres, a
los que pido perdón por permitir
que Elena me acompañase en mi huida.
Que te quedes, no te harán daño, le
dije. Que te sigo. Que me
matan. Que me muero. Hablábamos de la muerte para dejar la vida al descubierto. Pero nos
equivocábamos. Nunca debimos emprender un viaje tan
interminable estando ella de ocho meses. El niño no vivirá y yo me dejaré
caer en los pastos que cubrirá la nieve para que de las cuencas de mis ojos nazcan flores que irriten a quienes prefirieron la muerte a la poesía.
Alberto Méndez: Los girasoles ciegos.
Cuestiones
1. Señale y explique la
organización de las ideas contenidas en el texto.
2. 2 a)
Indique el tema del texto.
2 b) Resuma el texto.
3. Realice un comentario
crítico del contenido del texto.
4. Indique las
relaciones sintácticas que se establecen entre las oraciones del siguiente fragmento:
Debimos hacer caso a sus padres, a los que pido perdón por
permitir que Elena me acompañase en mi huida.
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