miércoles, 18 de marzo de 2015

LAS PERÍFRASIS VERBALES


Para el estudio de las perífrasis existe una gran cantidad de materiales en la red, entre ellos destacamos tres páginas:

1. Materiales de lengua
2. Apuntes de Lengua
3. Hablando de ESO

También son de utilidad, por su valor didáctico, estos vídeos en los que se explican tanto el concepto de perífrasis como sus tipos Sin embargo nos parece muy interesante el vídeo que explica cómo identificarlas:

lunes, 2 de marzo de 2015

LOS GIRASOLES CIEGOS. Comentario resuelto



TEXTO

El niño está enfermo. Casi no se mueve. He matado la vaca y le estoy dando su sangre. Pero apenas logra tragar algo. He hervido trozos de carne y huesos hasta hacer un caldo espeso y oscuro. Se lo estoy dando disuelto en agua de nieve. Todo huele, otra vez, a muerte.

Está muy caliente. Ahora escribo con él en mi regazo y duerme. ¡Cuánto le quiero! Le he cantado una canción triste de Federico

Llanto de una calavera
que espera un beso de oro.
(Fuera viento sombrío
y estrellas turbias).

Ya no recuerdo los poemas que recitaba a los soldados. Con el hambre lo primero que se muere es la memoria. No logro escribir un solo verso y, sin embargo, en mi cabeza resuenan mil nanas para mi hijo. Todas tienen la misma letra: ¡Elena!

Hoy le he besado. Por primera vez le he besado. Se me habían olvidado mis labios de no usarlos. ¿Qué habrá sentido él ante el primer contacto con el frío? Es terrible, pero debe de tener ya tres o cuatro meses y nadie le había besado hasta hoy. Él y yo sabemos qué largo es el tiempo sin un beso y ahora, probablemente, no nos quede suficiente para resarcirnos. El miedo, el frío, el hambre, la rabia y la soledad desalojan la ternura. Sólo regresa como un cuervo cuando olisquea el amor y la muerte. Y ahora ha regresado confundida. Olfatea ambas cosas. ¿Hay ternuras blancas y ternuras negras? Elena, ¿de qué color era tu ternura? Ya no lo recuerdo, ni siquiera sé si lo que siento es pena. Pero le he besado sin tratar de suplantarte.

Alberto Méndez: Los girasoles ciegos


Pregunta 1. Señale la organización de las ideas del texto.  (Puntuación máxima 1,5 puntos)

Primera parte (párrafo 1): Presentación o situación inicial:
- Eulalio describe la situación dramática que vive su hijo (que ha caído enfermo), así como sus intentos desesperados por mantenerlo con vida.

Segunda parte (párrafos 2 - 4): Nudo o desarrollo de la acción:
- El niño duerme en el regazo de su padre, mientras éste escribe en su cuaderno (párrafo 2).
- Eulalio le canta una canción de Lorca a su hijo; es una canción triste de Lorca, en la que se presiente la cercanía de la muerte (párrafo 3).
- Eulalio ha olvidado los poemas que solía recitar durante la guerra; en cambio, recuerda muchas nanas para cantar a su hijo (párrafo 4).

Tercera parte (párrafo 5): Desenlace o situación final:
- Eulalio besa por primera vez a su hijo. Es un gesto de ternura que Eulalio no sabe cómo interpretar (¿es fruto del amor o de la cercanía de la muerte?) .

El texto presenta pues, una estructura clásica, tripartita.


Pregunta 2. Indique el tema y escriba un resumen del texto.  (Puntuación máxima 1,5 puntos)

Tema. Lamento de Eulalio ante la enfermedad de su hijo y ante la inminencia de la muerte.

Resumen. Ante la enfermedad de su hijo, Eulalio intenta de forma desesperada salvarle la vida, pero al mismo tiempo presiente que el final está próximo. Este presentimiento se refleja en la canción que le canta a su hijo (una canción triste de Lorca). Eulalio ya no recuerda los poemas con los que arengaba a los soldados; sólo le vienen a la cabeza nanas para su hijo. Tras besar por primera vez a su hijo le embarga la pena, pues no sabe si su ternura es fruto del amor o de la cercanía de la muerte.


Pregunta 3. Comentario crítico sobre el contenido del texto.  (Puntuación máxima 3 puntos)



El texto pertenece a Los girasoles ciegos, la única obra publicada por el escritor Alberto Méndez. Persona de izquierdas (militó en el Partido Comunista hasta 1982), realizó diversos trabajos en editoriales nacionales e internacionales, y no se dedicó a la literatura hasta los últimos años de su vida: el libro fue publicado en 2004, cuando el autor contaba con sesenta y tres años, poco antes de que se produjera su fallecimiento. Como vemos, la reflexión se centra en la posguerra, concretamente en las consecuencias que deja la violencia en un país dividido y desangrado. Cada relato nos coloca en un escenario distinto, lo que aporta una gran riqueza: unos personajes son militares, otros, civiles; unos mayores, otros, niños; unos pertenecen a un bando, otros a otro. Pero existen elementos comunes: las cuatro historias llevan la palabra “derrota” en el título, y en las cuatro aparecen situaciones de pérdida, de miedo, de sufrimiento, de supervivencia… El resultado es un libro magistral en el que se dibuja el mapa de la derrota que afecta a los dos bandos.

El texto que se nos propone para el comentario corresponde al segundo relato, que lleva por título “Segunda derrota: 1940 o Manuscrito encontrado en el olvido”. Es seguramente el relato más logrado y sobrecogedor de los cuatro (recordemos que el autor ganó en 2002 el premio Internacional de Cuentos Max Aub por este relato). El relato narra de manera dramática la historia de Eulalio, un joven poeta republicano, que, tras la guerra, huye hacia las montañas en compañía de Elena, su mujer embarazada. En un escenario solitario y frío, en medio de una naturaleza hostil, cruenta e invernal, la muchacha da a luz a un niño y muere tras el parto. A través de un diario íntimo, donde el adolescente deja escrito su miedo, se nos va poniendo en antecedentes de la vana lucha que emprende el joven padre para salvar la vida de su hijo. El instinto de supervivencia se une al deseo de no sufrir una segunda derrota, al deseo de no darles una última satisfacción a los vencedores. Eso, unido a la desconfianza y al miedo (dos temas centrales en toda la obra), explicaría que Eulalio no busque la ayuda de otras personas y que prefiera mantenerse oculto (el tema del encierro también es recurrente en la obra). Esta resistencia de Eulalio le acaba costando la vida al él y a su hijo, pero supone para él una victoria moral frente la “infame turba de nocturnas aves”… En el cuarto relato (protagonizado por los padres y el hermano de Elena), Eulalio y Elena son de nuevo mencionados, y se cuentan nuevos detalles de su historia (en concreto detalles de los primeros momentos de su huida): que se ocultaron en la casa de una antigua criada de los padres de Elena, y que consiguieron salir clandestinamente de Madrid montados en un camión que transportaba ganado a Valladolid.

El fragmento que se nos propone para el comentario corresponde a la parte final del relato (es la “Página 20” de las veintiséis que componen el cuaderno de Eulalio). A estas alturas del relato, la situación física y anímica del protagonista ya está muy empeorada (“Todo huele, otra vez, a muerte”). Por cierto que esta degradación paulatina de la condición humana de los vencidos es algo que apreciamos en los cuatro relatos
(la vemos igualmente en el capitán Alegría, en Juan Senra y en Ricardo Mazo). Esta situación terminal que vive Eulalio, unida al embrutecimiento vivido durante la guerra, hace que el protagonista haya tenido que aparcar sus sentimientos más humanos, como son el amor y la ternura. Destacamos en este sentido la siguiente cita del texto:
“El miedo, el frío, el hambre desalojan la ternura”. Estas palabras vienen a significar que las circunstancias extremas que vive Eulalio han acabado con su sensibilidad, que dichas circunstancias le han embrutecido y no dejan lugar para los afectos. Haciendo una lectura más amplia, podemos entender que el autor no se está refiriendo únicamente al personaje de su relato, sino que, a través de él, intenta reflejar la deshumanización de la sociedad española durante la posguerra.

Sin embargo, el protagonista, sintiendo cercana la muerte, realiza un gesto muy humano a través del cual vuelve a expresar sus sentimientos, superando la inhumanidad de la situación que le ha tocado vivir (“Hoy le he besado. Por primera vez le he besado”). Además, exclama “¡Cuánto le quiero!”, y le canta una canción de García Lorca a través de la cual parece querer ahuyentar el negro destino que se abate sobre su hijo… Podemos entender que estos gestos los realiza para recuperar su condición humana, que le devuelven al joven poeta su dignidad como persona. Aunque también es cierto que Eulalio explica su gesto de manera menos complaciente: “(la ternura) solo regresa como un cuervo cuando olisquea el amor y la muerte”, y en este sentido habla de “ternuras blancas” (las que surgen cuando el amor está cerca) y de “ternuras negras” (las que surgen cuando la muerte está cerca). Eulalio afirma que su ternura “ha regresado confundida”, pues “Olfatea ambas cosas” (el amor y la muerte). Sin duda el autor refleja aquí el abatimiento anímico de su personaje y, por ende, de todos los derrotados en la guerra. El tema de la derrota está presente a lo largo de toda la novela, simbolizada en los girasoles ciegos, es decir, perdidos, desorientados, fracasados. 

En el texto propuesto para el comentario, concretamente cuando el protagonista escribe “Ya no recuerdo los poemas que recitaba a los soldados”, podemos intuir el papel que desempeñó Eulalio durante la Guerra Civil. Por cierto que es un papel que recuerda en gran medida al que desempeñó el poeta Miguel Hernández (al que, de hecho, se cita en otro momento de este segundo relato). A través de la cita indicada vemos que Eulalio, como Miguel Hernández, se alistó en el bando republicano y se dedicó a levantar la moral de los soldados recitando poesías. Podemos establecer, pues, un paralelismo entre este personaje histórico y el personaje de ficción creado por Alberto Méndez. También las suyas son vidas paralelas en cuanto al desenlace final, ya que ambos fueron perseguidos por el bando vencedor tras la guerra (recordemos que Miguel Hernández fue encarcelado y que murió en la cárcel, enfermo, en 1942). 


Pero la cita antes indicada también sugiere otro de los temas centrales de la obra: el tema de la memoria. Efectivamente, el joven poeta se queja de su falta de memoria (“Ya no recuerdo los poemas que recitaba a los soldados”), y, acto seguido, intenta dar una explicación a tal circunstancia: “Con el hambre lo primero que se muere es la memoria”. Eulalio se siente muy frustrado por este hecho pues, como el resto de los protagonistas de la novela, quiere dejar constancia de lo ocurrido, quiere mantener el recuerdo de lo sucedido, legar su memoria a las generaciones venideras… Por eso Eulalio se siente frustrado cuando no logra recordar, por eso se esmera en escribir su cuaderno y cuida de su lápiz como si fuese un tesoro, por eso deja su cuaderno en un lugar en el que pudiera ser fácilmente encontrado… Su obsesión es mantener viva la memoria, algo que también encontramos en otros personajes de la obra: piénsese en la nota encontrada en el bolsillo de el capitán Alegría (primer relato), o piénsese en la carta que escribe Juan Senra a su hermano (tercer relato).


Como conclusión, la frustración y el dolor a los que están sometidos los personajes de este libro reflejan el drama sufrido por muchas familias durante la posguerra. Solo nuestros mayores y los que vivieron aquella tremenda época pueden valorarla en su justa medida, por su experiencia directa. Alberto Méndez consiguió profundizar de forma aguda en este triste episodio de nuestra historia reciente, en las consecuencias de esta guerra en la que todos salieron derrotados. A través de su ficción, ayudó en la elaboración de la memoria colectiva, y es que “Los girasoles ciegos” es una obra sobre la memoria, sobre una memoria que debe tener definitivamente su asentamiento en el lugar que le corresponde. Porque superar la tragedia de aquella España de represión, marchas militares y ruido de sables, exige asumir, no pasar página o echar en el olvido.